CUENTOS DIGITALES

El flautista y las fresas


En Cádiz, existía un pueblo muy hermoso y bello que se llamaba La Estación.
Pero una mañana sucedió algo muy extraño. Cuando los habitantes salieron de sus casas se encontraron las calles pobladas de tortugas que se comían todas las verduras que se encontraban a su alcance. Amelia se quedó sin nada en su huerta, los caballos de Ana y María salían corriendo de miedo, igual que las vacas de muchos niños de la clase.
La presencia de los cocodrilos era tal que asustaba a todos y todas, sí, no me he despistado, también aparecieron cientos de cocodrilos, es lo que tiene vivir junto al Hozgarganta.
Ante tal invasión, Fran, el alcalde de La Estación convocó una reunión con el fin de poder encontrar una solución al problema junto a todos los habitantes.
Todos discutían, pero nadie daba una solución, hasta que el alcalde dijo: -Tenemos mil monedas de oro que daremos a quien nos libere de estos animales sin matarlos.
Toda la gente aplaudió la idea y se retiraron contentos.
Pegaron carteles por la ciudad y alrededores: «Mil monedas de oro a quien acabe con la plaga de tortugas y cocodrilos», decía el cartel.
Un día, un hombre alto y delgado vestido de negro, con un sombrero de punta, que llevaba consigo una flauta, mirando el letrero se dijo: «La recompensa de La Estación va a ser mía. Esta noche limpiaré las calles de estos animales».
Así, cogió su flauta y comenzó a tocar mientras caminaba por las calles.
Era tan melodiosa su música que los ratones acudían unos detrás de otros persiguiendo al músico al son de su flauta dulce, pero las tortugas y cocodrilos no. Pues claro, no me fastidies, si era El Flautista de Hamelín, y sólo sabía de ratones.

Un elefante de colores que pasaba por allí y que se había escapado de la Pequeña África vio a los ratones y se asustó.




Sin querer, el elefante le dio con la trompa al Flautista que salió volando hasta un bote que lo llevó a una ciudad que se llamaba Fresilandia.



Allí se comían muchas fresas y el flautista se puso las botas. Había batidos de fresas y helados de fresas, todo era de fresa.



Era el mundo de las fresas y como ya estaba harto volvió a la Estación.Os preguntaréis ¿Y cómo va a volver?Pues se le ocurrió ir en patinete.



Pero antes de salir se llevó un par de fresas para el camino. Cuando llegó a la Estación, allí seguían los animales, así que se acordó de las fresas y las tiró para que los animales siguieran el rastro y se fueran.Y así fue como los animales se fueron y el flautista ganó la recompensa gracias al elefante que lo empujó sin querer.



Fin






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